LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO

aVenturas y desVenturas de la vida en Lilleput

08 octubre 2006

Noche Blanca

Casi un mes ya en Lille. El tiempo va pasando a toda velocidad mientras yo empiezo a sentir que realmente vivo aquí. Ya está casi todo el papeleo solucionado (sólo falta el acuerdo de estudios de la universidad, detalles…)
Hoy, como todos los domingos de mi vida, día de melancolía, de morriña, de un poco de soledad y otro poco de compañía. Ayer, un sábado atípico. Un tren (siempre un tren) y un viaje improvisado a París. Una tarde paseando por Montmatre (mientras Raúl cantaba una y otra vez la Complainte de la Butte) y una noche mágica paseando por la ciudad.
Noche Blanca en París, danza en el Louvre, la Victoria de Samotracia que sigue siendo tan majestuosa y maravillosa como la primera vez que la vi al subir esa escalinata, hace ya unos cuantos años. La veo y se me vuelve a poner la piel de gallina, y recuerdo todas las veces que estuve antes en París, y toda la gente con la que estuve, y algunos que nunca vinieron.
Música en la calle, encuentros inesperados con gente de la facultad, un paseo por las Tullerías a las 12 de la noche y otro por el Sena de madrugada, el Pompidou, en el que nunca había entrado, pero que el sueño me impidió disfrutar (habrá que volver). A partir de las 4 de la mañana la noche se convirtió en un paseo errante por la ciudad, una iglesia en la que tomarnos un café al abrigo del frío y en la que jugar con pompas de jabón como si fuésemos de nuevo niños pequeños.
Al regreso, caras de cansancio, canciones de Sabina en el mp3 y la sensación de haber vivido una noche mágica pero que no supimos aprovechar bien, porque íbamos de turistas y sin saber dónde y a qué horas estaban los buenos espectáculos. De todas formas, pasar una noche en París siempre merece el viaje, el sueño y lo que haga falta.
Paseos por las calles de la ciudad con gente a la que a penas conozco, contándonos unos a otros nuestras penas, nuestra vida, nuestros pestrucheos pasados y presentes, la morriña, las ganas de ir a París con la persona adecuada y el típico tópico de que alguien nos bese en el Pont Neuf o frente al Hôtel de Ville (aunque la foto de Doisneau estuviese preparada).
Sigue siendo igual de maravillosa que siempre.

PD: en una semana espero tener internet en la habitación.

4 Comments:

  • At 1:59 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Eso... y los crepes de la calle de mil colores que está por algún lado que ya no recuerdo.

    ¿No te encontrarías a la adorable Natalia deambulando por su querido Paris?

    Llego tarde a esto de tus palabras, pero solo porque antes no tenía el ánimo de preferir escribirte que ir a clase.

    Beso beso.

     
  • At 2:06 p. m., Blogger Camino said…

    En efecto, me econtré a Natalia en la puerta del Pompidou, con otro chico de la facultad de cuyo nombre no puedo acordarme (Diego?)que venía en nuestra clase en Interpersonal.
    La noche parisina te da sorpresas de lo más agradables.
    Ánimo en clase. Besos varios

     
  • At 9:09 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Te repito lo dicho: qué perraca!!!

     
  • At 6:21 a. m., Blogger Moncho said…

    Qué relato más bonito, joder!

     

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