LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO

aVenturas y desVenturas de la vida en Lilleput

17 enero 2007

Vuelta a los (mis) orígenes

Tarde con Marín (Hache). Noche con la Coixet en Cosas que nunca te dije. No son las mejores, pero sí son de las películas más importantes para mi. Porque hay que buscar razones para seguir viviendo, y porque una de esas razones es amanecer borracha en los bares filosofando con los amigos. Porque puedes querer tanto a alguien que el miedo a perderlo haga que lo jodas todo y acabes perdiéndolo de todas maneras, porque las cosas que no se dicen suelen ser las más importantes y porque es difícil dejar de querer a alguien a quien a penas has conocido.
Porque ambas me hablan de la soledad, de esa soledad que a veces sientes auque estés rodeada de gente, aunque sepas que esa gente te quiere y se preocupa por ti. Porque la cuesta de enero sigue siendo muy empinada, y más a 2000 km de distancia. Porque a mi, como a Don, los domingos me aterran y porque como Hache no sé lo que quiero hacer con mi vida.
Como diría Rob Gordon, ¿me siento miserable porque veo esas peliculas o veo esas películas porque me siento miserable? Es un círculo vicioso del que no puedo ni quiero escapar. Vi por primera vez Cosas que nunca te dije cuando tenía 15 años, y esa certeza de lo crueles que pueden ser las relaciones y cómo la gente no puede estar junta aunque sean perfectos los unos para los otros me marcó profundamente. ("¿Por qué a los padres les cuesta tanto hablarles a los niños de sexo? Lo realmente difícil es hablarles del amor") ¿Cómo puedes estar total y absolutamente enamorada de Don, que no sólo es un personaje ficticio sino que es un personaje ficticio destruido, deprimido?
Martín (Hache) me la dejó Aldara. No recuerdo cuando, deduzco que debió ser por la misma época, sólo recuerdo llorar y llorar y no conseguir entender por qué somos tan crueles con la gente a la que más queremos. En esta ocasión me enamoré de Juan Diego, de Cecilia, de Eusebio y de Federico, de todos por igual, pues todos son igual de autodestructivos.
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Es probable que ahora mismo no fuese la misma persona que soy si no hubiese visto esas dos películas, si no me hubiesen afectado tanto, si no me sintiese, cada vez que las veo, completamente embaucada, identificada y hechizada por cada palabra, cada gesto, cada mirada.
Si hoy no hubiese visto estas películas no estaría ahora escribiendo esto, vosotros no lo estariais leyendo, y yo no me iría a dormir con esa sensación de soledad y de tristeza, pero ya iba siendo hora. Hacía mucho que no me sentía así, y de vez en cuando me gusta, porque me recuerda a como me sentí en otros momentos que no quiero olvidar.

(No se asusten mis pequeños lectores, estoy estupendamente, pero a veces necesito un poco de desahogo y un poco de tristeza para dormir un poco mejor)

10 enero 2007

Luces de navidad, apuntes y sorpresas

Aquí estoy otra vez. Ha pasado mucho tiempo, y han pasado muchas cosas. En sólo un mes he recorrido miles de kilómetros, he crecido un año más y he hecho los exámenes.

Madrid. Una semana. La extraña sensación que da el ser una invitada en lo que hace poco tiempo era tu casa. La certeza de que una cama de 80 es demasiado pequeña y de que una habitación de 6 metros cuadrados también lo es. Paseos por Madrid. Escher y sus continuos subir y bajar y sus cuadros de ajedrez que se funden en animales. Viejas amigas a las que echaba más de menos de lo que me había dado cuenta, y un chico esperandome en la habitación cuando llego borracha de estar con las amigotas. Una noche en la Sala Sol que me recordó a otra cena de navidad y otra visita a la sala Sol hace un par de añitos. Cordero asado para cenar. Campanadas en la puerta del Sol y cenas pestruchas. Discos de Zamburiel.

Pamplona. Vacaciones con la familia. Apuntes. Musicales que explotan las tragedias griegas. En un rato de aburrimiento mientras intentaba estudiar me encontré con la ficha que hace ya tantos años me hizo el abuelo cuando me recetó usar gafas por primera vez. Fue al día siguiente de cumplir los 9 años. Este año, en esa casa cumplí los 21. Todos mis cumpleaños han sucedido en esa cocina. Todos los años, justo después de hacer la queimada, cuando mi móvil empieza a sonar por algún mensaje, toda la familia tirándome de las orejas y Santi, el único que siempre se acuerda, trayéndome un regalo.

A Coruña. Después de casi 4 meses vuelvo a casa, y la primera noche que duermo en mi cama se me hace rara, me despierto sin saber dónde estoy. Noche de fin de año, visitas improvisadas, whisky, corbatas y camisas negras. El primer día del año, resaca y besos y despedidas. Disimular delante de los apuntes. Discusiones aplazadas, incertidumbre y algo de miedo por lo que esas discusiones puedan traer o desvelar. La noche de Reyes chupitos de licor café y planes de visitas a Lille. Ojalá sea cierto. El día de reyes jamón, bolsos de Audrey ymaletas. Noches interminables sola en un tren y horas aún más interminables en la T4 de Barajas viendo cómo los bomberos desayunan antes de volver al trabajo...

Lille. Exámenes. Sueño. Diccionarios de Francés y documentales sobre Vietnam. Noches en blanco hablando de todo menos de la economía del cine francés. El sábado miniescapada a Amsterdam. Paseos y porros y recuerdos de otra visita a la ciudad, aquella en verano, recién iniciado el interrail, dos días de paseos y porros y cervezas y risas. Seis amigos y toda Europa por delante. Quiero hacer otro.

Ahora nueva búsqueda de horarios, busqueda de asignaturas, búsqueda de billetes de avión para ir a casa dentro de muchos meses y búsqueda de palabras para intentar explicar sin que sea demasiado aburrido, mis navidades. Espero haberlo conseguido.